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26.4.07

Cómo diseñar con acierto una estrategia de inversión

(El Economista) Una cartera de inversiones, es un conjunto formado por los diferentes instrumentos de inversión que tiene una persona o una empresa. Diseñarlo es una tarea que, aunque puede incluir la orientación y participación de un asesor de inversiones, depende fundamentalmente de cada uno de nosotros. Decidir en qué instrumentos invertiremos nuestro dinero es una labor que involucrará necesariamente elementos propios de nuestra naturaleza humana. Así que debemos definir: ¿qué prioridades tenemos, cuál es nuestra percepción y tolerancia al riesgo, qué instrumentos de inversión conocemos? Todas ellas son interrogantes que tienen que ver con nosotros mismos, y que se verán reflejadas puntualmente en nuestra cartera de inversiones.
Existen varios criterios que se deben tener en cuenta para conformar nuestro portafolio de inversiones, entre los cuales podemos destacar los siguientes:
1.Propósitos. Los objetivos de nuestra inversión. Determinar qué queremos lograr mediante el ahorro e inversión, es una prioridad fundamental que debe tenerse en cuenta en todo momento.
Es muy distinto conformar un portafolio de inversión para comprar un televisor, que para nuestra jubilación. En caso de que tengamos deudas, nuestra primera meta debe ser pagarlas, ya que no tiene sentido invertir y recibir rendimientos a cambio, cuando tendremos que pagar intereses mucho más elevados por nuestros créditos.
2.Recursos. Nuestra capacidad de ahorro. Si estamos dispuestos a realizar una inversión para alcanzar un fin específico, primero debemos de generar los excedentes necesarios para hacerla. Esto se logra con el ahorro. Siempre es conveniente revisar nuestros patrones de consumo con el fin de ver qué gastos podemos controlar y recortar, para poder ahorrar la mayor cantidad de dinero posible.
3.Uso. La liquidez que necesitamos. En todo portafolio de inversiones es necesario tener un porcentaje de liquidez que nos permita afrontar con holgura cualquier imprevisto y/o situación de emergencia que pudiera presentarse. Por ello, es importante tener siempre la disponibilidad inmediata de un monto equivalente a entre tres y seis meses de nuestro gasto corriente.
4.Periodo. El plazo en el que podremos mantener nuestra inversión. El plazo está estrechamente relacionado con nuestros objetivos de inversión; cuanto mayor sea éste, mayores riesgos podremos asumir y, por tanto, tendremos la expectativa de obtener un mejor rendimiento.
5.Información. El conocimiento que tenemos sobre los distintos instrumentos de inversión. Jamás debemos invertir en instrumentos cuyas características o cuyo funcionamiento no comprendamos cabalmente, ya que de lo contrario nos llevaremos, generalmente, sorpresas desagradables.
6.Deterioro. Protección contra la inflación. En cualquier inversión que pretendamos realizar, es importante considerar que la expectativa de rendimientos debe superar a la tasa esperada de inflación. Siempre debemos buscar instrumentos que puedan preservar el poder adquisitivo de nuestro patrimonio a lo largo del tiempo, o que garanticen una tasa real.
7.Preservación. Protección contra devaluaciones. Siempre es conveniente contar en nuestra cartera de inversiones con un porcentaje razonable de instrumentos que proporcionen cobertura contra posibles devaluaciones.
8. Diversificar. Éste es el punto medular de todo portafolio de inversión. Esto significa invertir nuestro patrimonio en distintos instrumentos, es decir, no poner todos los huevos en la misma canasta. La diversificación reduce significativamente los riesgos asociados a los instrumentos de manera individual.
9.Tolerancia. Nuestra actitud frente al riesgo. Todas las personas que tengan un horizonte de inversión de largo plazo, es decir, por lo menos tres años, deberían invertir una parte de sus recursos, hasta un porcentaje con el cual no se sientan incómodas, en instrumentos de renta variable, como las acciones, ya que por lo general tienen mayores expectativas de rendimiento.
10.Expectativas. Los rendimientos que esperamos obtener. Cada persona, individualmente, debe tener ciertas expectativas de ganancia. Es importante mencionar que, por lo general, a mayor riesgo asumido, mayor ganancia esperada, y viceversa.

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