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15.1.08

La que se avecina en España puede ser de aupa

Ningún estamento económico internacional -ni diario o revista especializada- entiende ya a un presidente español que vive en una perpetua nube de absurdidad (que raya ya la más absoluta idiocia) en una legislatura entre cómica y terrible que ha llevado al actual ejecutivo a dilapidar por completo la excelente base que el gobierno saliente anterior le dejó con el país colocado entre las principales potencias económicas del mundo.
Y aunque el gobierno de España trata de escamotear como puede toda la información a su propio pueblo y poca información, si bien ninguna, recibe -por lo menos- a través de los medios de comunicación oficiales -los de mayor difusión- donde se insiste y se repite hasta la saciedad que todo anda "muy bien", "mejor que nunca" (incluso se habla de boca del propio presidente de superar económicamente a Francia en pocos años -¡inaudito! con la que está cayendo-), los megarricos del país español, mucho mejor informados, ya han corrido como locos hace tiempo a poner a salvo sus fortunas. Éstos, no esperaron a que todo estallara definitivamente. Los malos y mediocres resultados de los mercados bursátiles a lo largo de los meses de junio, julio y agosto les pusieron en alerta, asesorados también por sus equipos de expertos.
Así, las grandes fortunas españolas -Amancio Ortega (Zara), Alicia Koplowitz, la familia Entrecanales o Manuel Jove (ex Fadesa), Del Pino, Abelló, entre otros- pusieron pies en polvorosa de la renta variable y pusieron sus enormes capitales a buen recaudo: renta fija, con especial predilección por la deuda pública española, que les ofrece seguridad en momentos de incertidumbre.
Ortega (que ha perdido más de 6.000 millones de euros con la bajada del valor de Inditex en Bolsa) a través de su sicav (Alazán de Inversiones 2001) ha pasado del 18,3 por ciento en activos de bajo riesgo al 25,23 por ciento ya en el tercer trimestre del pasado año. Su compatriota gallego Manuel Jove, fundador de Fadesa y que tuvo la intuición de vender la misma a Fernando Martín (Martinsa), eligió activos de deuda para cubrirse ante los riesgos. Ha aumentado sus inversiones en Letras del Tesoro, que acaparan casi el 14 por ciento de la cartera de su sicav. De hecho, el avispado financiero galaico vendió todas sus participaciones en bancos como el Sabadell o Popular y ha optado por la gestión alternativa. Fue el primero entre los grandes que olió que la crisis venía fuerte. La familia Entrecanales también prefirió la seguridad de su inmensa fortuna a los riesgos de inmensas ganancias… posibles. Su sicav Kefren puso casi el 64 por ciento de su dinero en renta fija a corto plazo por valor de 3.603 millones de euros. La poderosa Alicia Koplowitz ha recogido los 7,64 millones de euros que había metido en el fondo Eaton Vance sin que se sepa a ciencia cierta dónde los meterá, pero lo que es seguro es que los tiene a buen recaudo. Todos ellos tienen en común entre sí que durante el tercer trimestre del pasado año incrementaron al unísono el porcentaje destinado a activos españoles reduciendo considerablemente su presencia en fondos internacionales. Todo lo contrario de lo que sucedió con Rafael del Pino (Ferrovial, holding que aspira a quedarse con los importantes activos en tierra de Iberia pese a los cien mil millones de euros que tiene de deuda) y el siempre inquietante financiero Juan Abelló, quienes optaron por inversiones en grandes cantidades en los mercados internacionales y en la modalidad de renta variable.
Pero a pesar de la legión de asesores con los que cuentan y de su extraordinario olfato para dar grandes "pelotazos", estos superricos españoles también sufren la mala racha por la que atraviesan los mercados y fondos de inversión. Durante el pasado año entre Ortega, Koplowitz, Abelló, Del Pino, Rosalía Mera (ex esposa de Amancio Ortega), las pérdidas suman más de veinte mil millones de euros. Y es que España no anda fina: la inflación terminó el año 2007 en el 4,2 por ciento, la cota más alta de la legislatura. El IPC aumentó 4 décimas en diciembre, lo que sitúa la tasa interanual -de los últimos doce meses- en ese 4,2%, la cota más alta en los cuatro años de Gobierno socialista, tras haber alcanzado el mismo nivel en enero del año 2006. Según el Instituto Nacional de Estadística, los productos que más se encarecieron en el último año fueron los transportes (un 7,1 por ciento), y los alimentos (un 6,6 por ciento). La leche se paga un ¡32 por ciento más cara!, el pan un 14 por ciento más, el pollo un 10,2%, la carne de ovino un 9,9%, los preparados de legumbres y hortalizas (un 9,8 por ciento), los huevos (un 9,6 por ciento) y así, en una lista interminable, casi todo. Y los sueldos del pueblo llano, si suben, lo hacen irrisoriamente. Pero lo que más choca de todo este desastre que parece avecinarse es que aunque la inflación española supera en 1,2 puntos la de la zona euro, el Gobierno insiste en culpar a los mercados internacionales del petróleo y los cereales y dice que no piensa hacer nada, descartando cualquier medida de choque. Incomprensible. Más preocupados por las próximas elecciones en España (9 de marzo) que por la terrible realidad que atraviesa el país, la filosofía que parece manejar el actual gobierno en frase atribuida a un miembro de su oficina económica es que “de aquí a marzo, no quiebra ni Dios” en referencia a inmobiliarias, alguna constructora, promotoras, incluso algún banco y varias cajas de ahorro que están pasando muy serios apuros y para las que se maneja insuflarles financiación pública a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), para que aguanten hasta después de ese 9 de marzo y su pueblo ya haya pasado por las urnas. Cosas peores se han visto.