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11.12.06

China abre su mercado a la banca extranjera

El mercado bancario chino vive este lunes un momento histórico al abrirse a la competencia extranjera, que peleará, aunque aún con algunas barreras, por hacerse con un trozo del jugoso pastel que suponen 1.300 millones de clientes potenciales y unos activos valorados en cuatro billones de dólares.
A partir de ahora, los bancos extranjeros podrán operar en la divisa china, el yuan, según los compromisos adquiridos con el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC), del que hoy se cumplen cinco años, algo que sólo podían hacer hasta entonces y con muchas restricciones en unas 20 ciudades chinas.
Con la apertura, los bancos foráneos recibirán el mismo tratamiento que los nacionales, algo que llevan esperando durante años las grandes entidades financieras internacionales, que han invertido mucho dinero y esfuerzos para tomar posiciones en el efervescente mercado chino.
La apertura, cuyas directrices fueron anunciadas el pasado 16 de noviembre, ha decepcionado a algunos miembros del sector, que la consideran insuficiente, ya que estipula unos requisitos tan altos que acotan el acceso a los grandes jugadores internacionales con una vocación muy clara por entrar en China. Para empezar, el país asiático ha favorecido la creación de filiales, para las que los bancos necesitarán un capital de 1.000 millones de yuanes -128 millones de dólares, 97 millones de euros-, en detrimento de las sucursales, que necesitan un capital menor y sobre las que Pekín tendría un menor control. Las sucursales sólo podrán trabajar con depósitos fijos mayores a un millón de yuanes -127.000 dólares, 100.000 euros-, lo que reduce su ámbito de negocio considerablemente.
"El capital que piden requiere un pulmón financiero que pocos tienen. Los que van a entrar hace tiempo ya que tienen una estrategia clara para hacerlo", señala Ramón Gascón, jefe de la oficina de representación de BBVA en Shanghai. La entidad española, que en un principio consideraba la posibilidad de abrir una sucursal en China, ha replanteado su estrategia en el país asiático tras la compra de un 5% del banco chino Citic, al que supeditará sus futuras decisiones.
Asimismo, los bancos extranjeros, ocho de los cuales han solicitado este lunes mismo registrarse como entidades financieras locales -entre ellos HSBC, Citigroup, Standard Chartered y ABN AMRO-, no recibirán una licencia completa hasta que no lleven tres años operando en el país y hayan obtenido beneficios durante dos años.
El nivel de préstamos requerido para la banca extranjera, que las autoridades han situado en el 75% con respecto al nivel de reservas, también preocupa a los inversores foráneos, cuya pequeña red de sucursales les impide recaudar grandes cantidades de capital para sus depósitos.
A finales de septiembre, existían en China 14 bancos extranjeros -o de capital mixto- incorporados al sistema bancario, y otros 73 que tenían sucursales en el país, concentrados en un 30% en Shanghai, donde acaparan el 13% de los activos financieros. "Los bancos extranjeros ofrecen una gran ventaja, ya que cuentan con una política de gestión del riesgo más eficientes que las de los bancos chinos", explica Gascón, quien considera, no obstante, que las entidades financieras chinas han mejorado bastante en los últimos años.
La fórmula del éxito de los bancos extranjeros, pronostica Gascón, se basará en la sofisticación del producto financiero que se ofrezca, "ya que el producto básico lo ofrecen ya casi todos los bancos chinos", que mantendrán el grueso de clientes individuales del país. Y es que la banca extranjera, a pesar de su gigantesco tamaño global, sólo controla un 2% de la cuota de mercado en China, donde los gigantes estatales como el Banco Industrial y Comercial (ICBC), el Banco de China, el de Construcción o el de Agricultura, cuentan con redes de miles de sucursales.
Los analistas pronostican, no obstante, que en los próximos años será la banca china de tamaño medio la que experimente un mayor crecimiento en el país, arañando clientes a los grandes bancos, cuyo desmedido tamaño entorpece una gestión eficiente.
"La entrada en China va a ser difícil y cara", señala el representante español, "sólo los bancos con una vocación de hacer banca universal van a tener posibilidades, mientras que las oficinas de representación van a quedar como entidades 'descafeinadas", añade.