Google

27.11.06

El islam, a la conquista de la banca

«El sistema bancario islámico sigue en proceso de crecimiento y a un ritmo más rápido que el sector convencional. En estos momentos ya manejamos unos 250.000 millones de dólares en depósitos e inversiones entre todas las instituciones que seguimos el modelo. La cuota de aumento anual es del 20%». El doctor Faisal Al Khatib, tiene su despacho en el mejor barrio de Damasco, Malky. Forma parte de la compañía kuwaití Al Shall y es el responsable de la implantación del primer banco islámico en Siria. Además de ideólogo, el doctor Al Khatib también cuenta con un 2% de los cien millones de dólares emitidos por el banco en forma de participaciones. «Cuando implanto algo es porque creo en ello y, por tanto, invierto mi propio capital», afirma.
Trajeado de forma impecable, con un portátil de última generación y un diploma de una universidad estadounidense colgado en el despacho, quiere aclarar desde un principio que el Cham Bank «no es un proyecto religioso, es un negocio más. Entre los clientes hay muchos que se acercan por los valores que defendemos, pero otros simplemente optan por nosotros porque ofrecemos mayores ventajas que los demás». Todas las personas, no sólo los musulmanes, pueden ser clientes de este tipo de entidades que también se encuentran operativas en Europa y Estados Unidos, donde diferentes compañías ofrecen ventanillas islámicas o productos islámico-compatibles.
Aunque su ideólogo en Siria repita que no se trata de un proyecto religioso, este sistema bancario está regulado por la «sharia», o ley islámica, que se deriva de las enseñanzas del Corán. Cada entidad cuenta con su propio comité religioso que es quien decide desde las normas de funcionamiento interno hasta las inversiones de la compañía. Un banco islámico no puede participar nunca en empresas que operen en los sectores de los seguros, bebidas alcohólicas y tabaco, apuestas, juegos de azar, cerdo y fabricación de armas. Las empleadas, por su parte, deben cumplir con el código de vestimenta islámico y respetar el «hijab». Algo que no se exige a las clientas, aunque en algunos países éstas no pueden ir a depositar dinero sin estar acompañadas del marido.
«La «sharia» es la semilla del sistema, pero todo depende de la interpretación que cada comité haga de la misma, ya que el modelo no es único y las diferencias culturales entre países hacen que varíen las normas aprobadas por los «comités de sharia». No será el mismo banco en Siria que en Arabia Saudí», aclara el doctor Al Khatib.
La usura, el interés, son palabras que no existen en sus fundamentos. Según el Corán se trata de una ganancia no merecida y, por tanto, prohibida. El banco cuenta con un lado comercial similar al del sistema capitalista (oficinas, cajeros automáticos, banca telefónica...), y otro ala inversionista que es donde sus impulsores hablan de «hecho diferencial» y basan la buena marcha del negocio ya que al no poder vender dinero, ni tiempo -ni siquiera ajuste por inflación-, sólo le está permitido vender productos.
Khaled Darwish es analista económico de la cadena qatarí Al Yazira y se encuentra en Damasco siguiendo la puesta en marcha del Cham Bank. Califica al sistema islámico de «revolución financiera» y asegura que en los próximos meses por lo menos otros dos bancos de este tipo abrirán sus puertas en Siria y «pronto serán importantes en el mercado europeo. Se trata de variar el esquema clásico y añadirle los principios islámicos. De esta forma, por ejemplo, si un cliente quiere un coche (crédito personal), o un piso (hipoteca), lo que hace el banco es comprarlo al 100% directamente al vendedor a un precio beneficioso y luego se lo revende al cliente a un precio más alto, que tendrá que devolver mes a mes», explica Khaled. En caso de que no se devuelva el dinero, el banco se queda con la posesión, como en el sistema tradicional. Algunos críticos no ven en el margen de beneficio que obtiene la entidad con la compraventa más que interés puro y duro, pero expertos como Khaled opinan que «es un sistema alternativo que hace que el banco se implique en procesos inversionistas para ser el vendedor directo y ofrecer mayores ventajas al cliente con el objetivo último de promover preceptos del Islam como la paz social y la igualdad».
El doctor Al Khatib coincide en el análisis, pero añade que «hay que quitar mitos y dejar claro que el Banco Islámico no es ni un proyecto político, ni religioso, ni fanático, ni la fuente de financiación de grupos radicales, ni una ONG, es sólo una nueva forma de hacer banca y la gente que estamos detrás somos los mismos que hemos puesto antes otros bancos tradicionales».