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25.3.09

Un cracker que robó millones y ahora...

Owen Thor Walker, un cracker adolescente de 19 años neozelandés que ayudó a una red criminal a infiltrarse en 1,3 millones de ordenadores de todo el mundo y robar millones de dólares ha sido reclutado ahora por la firma de telecomunicaciones australiana Telstra para que ayude a altos ejecutivos y clientes especiales de Telstra a mejorar sus sistemas de seguridad informática. Además, impartirá cursos y seminarios y será la nueva estrella de la próxima campaña de publicidad de la empresa.
Hace un año, el joven se declaró culpable de haber dirigido una red internacional de piratería informática que desarrollaba virus para sustraer fondos de las cuentas bancarias de los usuarios que infiltraban a través de Internet. Pese a que podía haber sido condenado a diez años de prisión, el tribunal retiró los cargos y Walker fue puesto en libertad. El FBI estadounidense, que le detuvo en una operación conjunta con policías de Holanda y Nueva Zelanda, estima que sustrajo más de veinte millones de dólares.
Walker, quien se identificaba como "AKILL" y sufre una leve forma de autismo, utilizaba botnets. El prefijo bot proviene de robot y se refiere a un programa de computadora que opera por su cuenta, por lo que los botherders son "pastores robóticos". Un botnet es un grupo de terminales infiltrados bajo el control remoto de un botherder criminal. Los dueños de los ordenadores, sin darse cuenta, han permitido el acceso no autorizado y el uso de sus terminales como vehículo para cometer otros delitos, como suplantación de identidad, envío de spam o correo electrónico basura, ataques a páginas web, fraudes y programas de espionaje.
Cuando analizaron el disco duro del joven, los investigadores norteamericanos identificaron a más de 1,3 millones de direcciones IP de sus víctimas. Sin darse cuenta, estos usuarios dieron su visto bueno a que Walker accediera a todos sus datos y los empleara para cometer todo tipo de delitos informáticos.
Las autoridades de Estados Unidos ya alertaron ante la proliferación de los botnets, cuya gran capacidad de distribución les convierte en una amenaza creciente para la seguridad nacional, la infraestructura informática y la economía del país, siempre que no se disponga de un cortafuegos o barrera antivirus eficaz.