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1.3.11

Porque yo lo valgo

No pocas veces obviamos valorar nuestra propia experiencia laboral, lo cual nos conduce a aceptar la primera oferta. ¿Cuánto es suficiente de salario para mí? Esto es lo que podrían preguntarse algunos profesionales que no saben cotizar sus habilidades laborales. Y es que, no solamente hay empleos mal pagados, también se da el caso de trabajadores que parecen ser 'adictos' a la poca remuneración: "Cuando me piden cotizar un proyecto a veces no sé cómo negociar, pero por quedarme con el trabajo suelo bajar mis precios un poco más de lo esperado. Y lo que hago para compensar es juntar más trabajos y así tener un mayor ingreso" ... ¿Te suena?
Es una hipótesis falsa que los puestos mal pagados funcionen, a la larga, como peldaños para conseguir opciones mejor remuneradas. Es más probable que esas vacantes funcionen como un "callejón sin salida". Los que aceptan esas condiciones terminan por creer que los trabajos tienen que ser remunerados de esa manera.
Una persona que no valora la experiencia laboral que va adquiriendo con los años y no se actualiza sobre cómo vender sus contactos y/o conocimientos, lejos de defender una paga adecuada, deja esto en manos de la oferta que realice el empleador. Y es que, aunque el mercado esté en malas condiciones de trabajo, hay que negociar y no temer. Si hacemos bien nuestro trabajo, no faltarán oportunidades, pero si optamos por recibir cualquier salario abaratamos el mercado.
Quizá uno los peligros más grandes es que el profesional se acostumbre a bajar "su precio", por pensar que si no acepta será mal visto. "Ante la crisis debería de aceptar", ese es su argumento, pero una remuneración menor se puede entender ante la falta de experiencia, pero después de años, cuando el empleado recibe ofertas de trabajos fijos o independientes... eso es otra cosa.
Socialmente, cuando la gente oye que éste o aquel gana poco apunta: "eso pasa porque no tiene valor (importancia) lo que hace", en cambio si, pongamos por caso, un médico percibe mucho más, expresa cosas del tipo: "claro, porque es una carrera donde estudian toda la vida", etc. Este tipo de actitudes, más lo saturada que pueda estar una determinada profesión, contribuyen a que la persona sienta que por alguna razón su valía o sus proyectos se pagarán más bajo.
También interviene un fenómeno personal y es ¿cómo mide una persona su labor? Si para un trabajo invierte mucho esfuerzo, le dedica horas extras, fines de semana, renuncia a vacaciones, etcétera, entonces se siente con el valor de cobrar más, es más 'aceptable' que eleve su cuota. Pero si el proyecto le lleva menos horas, hay quien llega a pensar que debe cobrar barato o le discutirán su presupuesto o función.
¿Cómo volverse un estratega respecto a cobrar mejor por nuestra actividad profesional? Para empezar, el profesional debe romper con prejuicios o ideas mal entendidas sobre qué implica ganar más o menos dinero. Si hay algo que les demanda esfuerzo, y se están viendo muy productivos con la empresa, entonces hay que cobrar por ello.
Las señales de alarma respecto a "conformarse" con bajos salarios, incluyen: no tener metas de desarrollo profesional, ni interés por descubrir nuevas habilidades o aprender a colocarse en el mercado de mejor manera.
Con los estudiantes o jóvenes profesionales el problema es que no cuenten con un plan de vida bien definido. Por trabajar pueden verse en la necesidad de tomar cualquier opción, sin averiguar si eso los llevará a opciones más rentables, o si les permitirá alcanzar el desarrollo económico y laboral deseado.
En países como Estados Unidos están creciendo programas como 'Underearners Anonymous' (éste tiene sede en Nueva York), el cual consiste en reunir a personas que acuden a sesiones para compartir información sobre cómo reactivar su vida laboral y crear nuevas metas económicas. Pero, con o sin grupo, ¿a qué esperas para mejorar tu rentabilidad como profesional? Tú lo vales.