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18.11.09

El idioma español como fuente de riqueza

Nuestro idioma es unitario (casi el 95% de la lengua española es común a todos los países hispanohablantes y las características que marcan las diferencias son fácilmente entendibles), encima está muy extendido (más de 440 millones de personas lo dominan en el mundo en un amplio número de países), es por eso que nuestro idioma es fuerte, y un idioma fuerte -a parte del enriquecimiento cultural que proporciona- tiene un precio, mueve un volumen concreto de dinero, genera ingresos, emplea un número determinado de personas y permite ahorrar en la formación de los trabajadores que se hallan en una zona donde predomina el uso de dicho idioma. De modo que, el idioma, como el agua o el aire tiene un peso específico y cuantificable. Los primeros en calcularlo fueron los ingleses, cuyo espíritu mercantilista les llevó a posicionar su idioma como uno de los grandes activos de su economía. Ahora somos nosotros los que nos hemos dado cuenta del enorme potencial que tiene el español en el mundo, considerándolo como un activo que se incorpora a todos los bienes y servicios finales producidos en los países de habla hispana. Un bien público cuyo valor aumenta conforme crece el número de personas que la hablan y conforme crece su utilidad como medio de comunicación internacional y el español crece y crece y crece... Un activo dotado de importantes externalidades, incapaz de ser apropiado por los agentes económicos que acceden a su uso, que carece de costes de producción y que no se agota al ser consumido.
El español es, pues, una de las fuentes de riqueza con más recorrido en nuestras economías (de España y toda Hispanoamérica). La creación de un área económica que tenga como principal sinergia el idioma representa una de nuestras mejores bazas. Y es el eje de una estrategia común en el nuevo mapa económico global que ha abierto la crisis. Los ingresos que genera la propia enseñanza del idioma y las actividades asociadas a ella, toda la producción cultural, de ocio y servicios que utiliza un idioma como soporte (cine, teatro, publicaciones, etc…), y una lengua y una cultura comunes pueden facilitar el comercio y las inversiones internacionales; debido a la reducción de costes de transacción que permite (formación, información, negociación…).
España, como país originario del español, ha apostado por revitalizar el eje atlántico y su relación con Latinoamérica y es que por fin todos al unísono hemos reaccionado siendo cada vez más conscientes del caudal grandioso que tenemos por fortuna manejar. No obstante, hay todavía varias acciones que nuestro idioma tiene pendiente de desarrollar y que requiere de una labor común: sociedad en general, empresas, asociaciones, universidades, organismos, Real Academia de la Lengua, gobiernos... Entre ellas, y como una de las más importantes, mejorar los alicientes para la atracción de talento “en español”. La influencia y competencia que suponen las becas del sistema norteamericano representa un agujero por donde se cuelan numerosos “cerebros” latinos que, de otra forma, podrían establecerse dentro del dominio del español por lo que ampliar el sistema de becas sería una de las primeras recomendaciones.
Mejorando este y otros puntos, con las transacciones y el volumen de negocio que ya generan los países de habla hispana a día de hoy, el futuro se presenta extraordinariamente halagüeño para nosotros.