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28.9.10

Economía de andar por casa

Si somos organizados y disciplinados en nuestro trabajo, ¿por qué no intentar serlo también para nosotros mismos? Cuántos problemas (y dinero) nos ahorraríamos de esta manera.
El control de la economía doméstica representa un importante desafío para las personas que no consiguen ahorrar y tienen serios problemas de deudas. El ahorro de verdad, que no se genera privándose de cosas pequeñas sino evitando grandes dispendios, supone solamente un esfuerzo de organización y planificación plasmada sobre un folio en blanco. Así, una vez clarificados los objetivos sobre el papel y con un mínimo de autodisciplina, se pueden lograr resultados increíbles que ni pensábamos fuéramos capaces de alcanzar.
Para ello, lo primero que debemos hacer es elaborar un plan financiero personal identificando cuáles son nuestras necesidades reales, ordenándolas por prioridades para a continuación calcular cuánto dinero necesitaremos para satisfacerlas. Este primer paso nos ayudará a desarrollar una estructura inicial para un presupuesto de gastos, reconocer cuándo nuestros gastos no están en sintonía con nuestras necesidades, y a adoptar las acciones necesarias.
El control de nuestro dinero requiere de un gran sentido de la disciplina, existiendo varios problemas que pueden llegar a manifestarse: la incapacidad para ahorrar, perder las facturas de los gastos del hogar u olvidar pagarlas, no llevar un buen control de los gastos en nuestra cuenta corriente (lo que ocasionará la devolución de los cheques), perder los estados de cuenta, no pagar las cuentas o hacerlo tarde (con los consiguientes recargos que ello ocasiona), gastar más de lo que ganamos, impulsivamente y en cosas que realmente no necesitamos.
Una vez identificadas las áreas en las que tenemos problemas, estableceremos unos objetivos de mejora a corto, medio y largo plazo para cada una, siempre definiendo las prioridades: así, realizaremos una lista con nuestras metas financieras de aquí a medio año, uno, cinco y diez años, no preocupándonos acerca de la posibilidad de alcanzarlas, tan solo las escribiremos. (Las metas a corto plazo pueden incluir aspectos como reducir los gastos: evitar comer fuera o comprar por capricho. Las a mediano plazo incluirán el ahorro para las vacaciones, para comprar algunas cosas que se necesitan para la casa o comenzar a pagar deudas. Y a largo plazo las metas pueden incluir el ahorro para pagar una carrera universitaria, planear la jubilación, etcétera.)
Seguidamente agruparemos los registros de los gastos para desarrollar un presupuesto que incluirá la asignación de una cantidad de dinero mensual para cada categoría de gastos. Para ello haremos una lista (en programa informático Excel o similar, por ejemplo) de todos los gastos que solemos realizar cada mes dividiéndola en doce columnas (una por cada mes que trae el año) y utilizando una fila para cada gasto. Dividiremos los gastos en categorías (hipoteca, gastos de la casa, transporte, escuela, comida, ocio, ahorro) y en sus consiguientes subcategorías (por ejemplo, el automóvil incluye combustible, seguro, reparaciones, etc.). Finalmente calcularemos qué porcentaje del sueldo tenemos que dedicar a cada categoría.
(Es ideal abrir una o varias cuentas de banco para categorías especiales como vacaciones, reparaciones del coche o del hogar, realizando un depósito mensual en estas cuentas.)
Son también muchas las personas que tienen problemas económicos porque no encuentran los documentos necesarios para pagar las facturas de la casa, por lo que acaban pagando tarde y con recargos. Este supuesto puede evitarse fácilmente estableciendo un lugar especial para guardarlos y mantenerlos en orden. Así, cuando recoja el correo, separe de inmediato todo lo relacionado con las finanzas (estados de cuenta, facturas, etc.) colocándolo en un lugar designado para tal fin, por ejemplo, adquiriendo un archivador y dividiéndolo en apartados como: gastos de la casa, estados de cuenta bancarios, recibos de las tarjetas de crédito, recibos de regalos... A su vez, colocaremos las facturas en un lugar bien visible. Por ejemplo, un tablón de anuncios en la cocina sobre el que colgaremos un calendario anual así como todas las facturas pendientes de pagar. Al inicio de cada mes, registraremos en el calendario y en nuestra agenda los pagos que deberemos realizar, así como los días en que nos vendrá bien efectuar el pago y las fechas límite. Una vez realizado el pago, guardaremos recibos y facturas en nuestro archivador.
Para evitar las compras compulsivas, lo mejor es guardar las tarjetas de crédito y débito en casa llevando con nosotros tan solo el dinero que vayamos a necesitar. Y antes de salir de compras realizaremos una lista y nos atenderemos a ella, no comprando absolutamente nada que no necesitemos de verdad, manteniéndonos alejados de las áreas de consumo que representan una “tentación”: un centro comercial, una tienda de artículos que nos encanta... Y si realmente sentimos un “antojo” de comprarnos algo especial que no podemos remediar, esperaremos al menos uno o dos días para decidir si realmente lo queremos y podemos pagarlo. Reflexionando si el gasto vale el tiempo que tardamos en lograr el dinero para pagarlo. Si pasado ese período de tiempo todavía queremos realizar la compra, adelante.
Los registros de gastos y compras ayudan también a evitar las compras impulsivas y a verificar si nuestros gastos se corresponden con nuestras necesidades. Llevar con nosotros una pequeña libreta o una agenda electrónica y registrar todo lo que compramos, incluyendo los gastos más pequeños, como el pago de un café o de una zona de aparcamiento, es una excelente idea.
Las tarjetas de crédito pueden desencadenar serios problemas en nuestras finanzas por lo que evitaremos su uso ya que la falta de efectivo dificulta el control de los gastos, lo cual puede llevar a que aumenten los intereses de cuenta y los cargos por demora o por pasarse del límite. Si somos propensos a este problema, no estaría de más considerar la posibilidad de cancelarlas.
El éxito de un plan financiero requiere una gran capacidad de ahorro y organización, lo que logrará prevenir las deudas nuevas pero también saldar las deudas actuales. Para ello realizaremos una lista con todas nuestras deudas a día de hoy, incluyendo tarjetas de crédito, préstamos de amigos y familiares, préstamos hipotecarios, etc. y anotando el interés de cada deuda. Luego, si es posible, hablaremos con nuestros acreedores para acordar pagos regulares mensuales (no prometiendo más de lo que realmente podamos pagar) y realizando un plan de pagos en el que pagaremos el mínimo posible de todas las deudas, excepto aquella que cobra mayor interés, o sea, pagando todo lo que podamos de la deuda con mayor interés. Así, cuando la deuda de mayor interés sea saldada, procederemos de idéntica manera con la que cobra el segundo mayor interés, siguiendo del mismo modo hasta finiquitar todas las deudas.
Si al comparar los ingresos con los gastos descubrimos que ganamos más de lo que gastamos, podemos comenzar a separar un monto (no importa si grande o pequeño) para ahorrar, actitud esta que debe ser una prioridad, decidiendo para qué propósitos ahorraremos ese dinero: gastos a corto plazo (por ejemplo, planear unas vacaciones, pagar algún seguro, cambiar la lavadora...), gastos a medio plazo (la educación de los niños, mudarse a otro hogar...), ahorros a largo plazo (esto incluye el ahorro para la jubilación ya que ahorrar para este propósito suele ser difícil, pero debemos recordar que llegado el momento, este dinero será imprescindible para mantener nuestra calidad de vida).
Anotaremos la cantidad a ahorrar en el presupuesto como si fuera un gasto fijo. Y debemos aspirar a ahorrar al menos el 10 por ciento de nuestros ingresos. Para comenzar, podemos valernos de varios recursos como: una foto de aquello para lo que se está ahorrando, una hucha especial para ciertos gastos, una cuenta de banco especial para un objetivo particular solicitando que se deposite automáticamente cierto porcentaje del sueldo en ella... Y aunque pensemos que no podremos vivir sin ese porcentaje de menos, una vez empezado comprobaremos que sí, todo es adaptarse a una rutina financiera viable, y en el orden que sigamos hallaremos la armonía buscada.

3 Comentarios:

Anonymous curso finanzas dijo...

El control de los gastos y los ingresos es imprescindible en las pequeñas y medianas empresas. Llevar a cabo un eficiente análisis financiero es muy importante pues ayuda a generar ahorros para posibles inversiones y sobre todo a prevenir endeudamientos que de seguro complicarían la subsistencia de cada entidad.

4:43 a. m.  
Anonymous www.eaeprogramas.es dijo...

A veces nos olvidamos de la importancia de la gestión de recursos en el hogar. Creo que muchas veces falta formación en ese aspecto.

1:38 p. m.  
Anonymous https://mastermba-eaeonline.com/mba-barcelona.html dijo...

Cabe destacar que la gestión de los recursos del hogar finalmente son para garantizar una vida adecuada para los miembros de la familia y debe de haber una gran responsabilidad de estos.

11:44 a. m.  

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